Qué Lástima


Yo me encontré a ese pelao ahí tirado todo magullaíto cuando volvía de misa. No decía nada el pobre. Lo cogí con un sobrino mío que es muy colaborador y lo entramos a la casa. Yo no sabía si llamar a la policía, si llamar una ambulancia o que. Pero yo si pensaba: en la calle tirao al frente de mi casa no se queda. Mi sobrino casi no me ayuda a cogerlo porque él decía que era bobada ayudarle a esos viciosos, pero este muchacho no tenía cara de vicioso dotor, tenía era cara de angustia, y al final de la mirada, que siempre lo esquivaba a uno, tenía era como nada. Pura nada. Como si todo lo hubiera perdido. En todo caso lo entramos y una vecina que es muy chismosa, porque eso si, en este barrio chismosos es lo que hay, se vino para la casa a pistiar a ver que estaba pasando. Yo le dije que nada que nada, pero esa verrionda es muy escurridiza y se me metió por un ladito de la puerta a poner tema y a preguntar que qué íbamos a hacer con ese sardino. Yo le decía que no sé, que no sé. Y fue que le dió por empezar a pedir tinto o aunque sea una aromática a la muy conchuda y ahí si le dije que pa fuera vieja mandinga y la fui sacando de la casa. En todo caso, yo si dije que ese muchacho había caído al frente de la casa por algo, y que mi Dios me había mandando una oveja descarriada pa que yo la salvara. Es que esa misma mañana en la misa nos habían leído ese evangelio de un hijo que vuelve, la del hijo prodigio… ¿qué? ah, eso, eso, pródigo, y a mi esa parábola me gusta mucho dotor. Por eso lo recogí y lo acosté en la sala de la casa, eso era un mensaje dotor. Le ofrecí agüita y le limpié todos los raspones. El pobre seguía como sin decir nada, aunque a veces trataba como de decir alguna cosita pero no podía. Entonces fue que yo me entré un ratico al baño dotor y oí como ese muchacho gritaba. Gritó duro duro, porque cuando salí y lo vi ahí en la sala de mi casa con la mueca esa que le ve ahora en la cara como de haberse como machucado las entrañas, ya estaban todas las vecinas chismosas pegadas acá de este vidrio mirando a ver que era lo que había pasado. Al parecer mi Dios me lo mando tarde, o no contaba con los avisos parroquiales del padre de San Joaquin que siempre son tan largos, porque ya le habían dado algo a ese pobre que vea como lo dejo. Bueno dotor, yo ya le dije lo que pasó, y a mí mi Dios me lo mandó cuando estaba vivo, pero así muerto si no hay nada que yo pueda hacer por él. Porqué no se lo lleva que me está estorbando pa un costurero que tengo yo ahora a las cinco con unas amigas muy pinchadas que no les gusta que uno tenga muertos ahí en la sala tirados. Imagínese la pena. Bueno hubiera sido que estuviera vivo pa mostrarles lo caritativa que soy yo, eso si las hubiera matado. Qué lástima ¿no?

Comentarios

Anónimo dijo…
que hizo con el muerto?
Camila Avril dijo…
Muy bueno Tomás. Qué chévere que escribas!
hola tomas...que pasa pues con este sitio que no se ha movido en tanto tiempo...mucho trabajo oque...pilas...
Anónimo dijo…
De todito mi gusto, me hubiera gustado no mencionar que se murió.

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