Mi último almuerzo
Un sancocho de gallina hirviendo. Algo del pollo y un pedazo de papa sobresalen al caldo. El calor hace brotar el bozo húmedo sobre mi boca. Miro al frente y veo una mujer que le da a cucharadas la sopa caliente al menor de los niños al rededor. Todos felices. Es un agradable olor el que sube por la nariz. Tomo la cuchara, miro la circunferencia del plato, lleno la cuchara, subo la mirada. Es hora, la felicidad fluye completa por primera vez en mi vida y caigo directamente con la cara sobre el plato. No me quemo. Al caer ya he muerto. Se murió el abuelito.
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