Mi último almuerzo

Sancocho cortesía de Doñalba, Caseta under the metro, Sad Neighborhood

Un sancocho de gallina hirviendo. Algo del pollo y un pedazo de papa sobresalen al caldo. El calor hace brotar el bozo húmedo sobre mi boca. Miro al frente y veo una mujer que le da a cucharadas la sopa caliente al menor de los niños al rededor. Todos felices. Es un agradable olor el que sube por la nariz. Tomo la cuchara, miro la circunferencia del plato, lleno la cuchara, subo la mirada. Es hora, la felicidad fluye completa por primera vez en mi vida y caigo directamente con la cara sobre el plato. No me quemo. Al caer ya he muerto. Se murió el abuelito.

Comentarios

Nueva tendencia minimalista en las letras. Medio pollo en un plato de sancocho no se ve sino en los libros de recetas y no propiamente en el menu familar de la abuelita.
Camila Avril dijo…
Eso tiene sus días. Luego vienen las comas, te pides disculpas y las perdonas. Pasa que hay que pelear con ellas de vez en cuando, haber si de pronto se encuentra lo q nunca se ha hecho.

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